sábado, 2 de enero de 2016

PARTIR ENTRE LLAMAS



Ayúdame a que el fuego no consuma mi cuerpo, único vehículo de mi alma condenada. Asegúrate de que los vientos se lleven las llamas y que arrasen con el mal que se refleja en mis pupilas cansadas.  Rogaré entonces entre gritos de agonía mientras se quiebra la tierra que piso, que siga la luz escapándose entre las rendijas de la desidia, que mis cabellos caigan marcando el camino al infierno para que nadie me alcance y que con cada mirada que haga desde mi trono de llanto sea una advertencia.

Ayúdame a mantener los recuerdos inalterables porque es lo que quedará de mi ser. Asegúrate de escribir con líneas de sangre cada retazo de las décadas vividas con amor y sin rasgo de arrepentimiento. Rogaré entonces mientras graban el hierro de las cadenas en mi piel que las espinas de azufre no saqueen vuestros hogares ni el puño del horror llame a vuestras débiles puertas.

Ayúdame a comprender en mi regreso las pasiones de aquellos destinados a yacer bajo mi mano. Asegúrate de alejar cualquier signo de esperanza de los primeros de mi lista porque ellos caerán con lentitud y disfrutaré del desgarro de su carne mortal. Rogaré por evocar tu nombre cuando llegue el turno de los inocentes para que tu trance sea rápido e  indoloro, y que reconozca quién fuiste para mantenerte a mi lado hasta el final de los tiempos.

Siento cada pensamiento puro evaporarse con el calor de las brasas bajo mis pies y las páginas caducas de mi historia quemarse al mismo ritmo que estoy perdiendo la noción de mi misma. Huye de estos brazos que alguna vez te abrazaron, huye ya de estos labios que besaste, huye mientras se disipa el último retazo de mi corazón.


©Mª Teresa Martín González