martes, 28 de septiembre de 2010

Cualquier lugar

Es increíble que la luna siga mostrando mi sombra sobre este lago de arena turquesa. En este lugar los tres soles y ella parecen convivir sin muestra alguna de disputa, lo que me demuestra la debilidad de los sentimientos humanos. Aún no he encontrado rastro alguno de vida inteligente, pero sí a seres vivos que me observar con curiosidad tras los árboles que con sus desnudas ramas plateadas silban a cada paso. Es extraño el olor que me llega en lo que parece ser un largo amanecer, que se convierte en un florido aroma cuando el mayor de los tres soles aumenta su intensidad. En mi avance, en estos últimos días, encuentro más y más vegetación que voy clasificando no sin dificultad en mi cuaderno. No he advertido nube alguna pero al atardecer la brisa lleva consigo cierta humedad que alivia el calor. Lo más sorprendentes son los manantiales que surgen de la tierra desordenados. No me he atrevido a probar de sus aguas, aunque el resto de seres parece que se alimentan del extraño líquido dorado. Aunque los permanentes soles impiden ver el resto de estrellas más lejanas, el horizonte se forma por una línea tan brillante que en algunos momentos parece que un anillo de luceros protege esta tierra. Es curioso que desde el espacio este planeta parezca una simple piedra oscura y pobre de luz, es como si no quisiera ser descubierto. Me asusta pensar que soy un violador en estas tierras vírgenes y que de un momento a otro formaré parte de esos animalillos que me siguen desde hace varias horas.

Estoy cansado y bastante despistado en cuanto al horario. Tengo miedo, una sensación tan intensa que me está ocasionando un dolor de pecho. No temo por mi vida, pero creo que este informe no llegará a su destino, la humanidad no está preparada para perturbar y destruir otro paraíso.


© Mª Teresa Martín González