jueves, 25 de octubre de 2007

NIEVE EN LAS VÍAS


No hay sueños más allá del manto de nieve. No existe sorpresa alguna en la próxima parada. En mi vagón sólo viaja la incertidumbre y la ansiedad, a quienes la acompaña la eterna sensación de nostalgia. Creo recordar vagamente a la niña que se perdió entre los raíles y que cuando creció malinterpretó las indicaciones del destino, olvidándose de recoger su equipaje y de volver al hogar. No permanece la ilusión tras las vías corroídas por el tiempo. Todas las sensaciones quedaron impregnadas por el olor a soledad, humedecidas por la desgana y la desazón.

Mientras el sonido de un lejano tren me transporta entre las Ayas y los Castaños, mi cuerpo se resiste a trasgredir el camino elegido. Infiel a mis propios sueños me aferro a los oxidados hierros, rota por el dolor, negada a volar con dos alas, vencida por completo en este sinuoso trayecto.

Ahora veo las fotografías como si nunca fuese ayer, como si de la niña extraviada hubiese nacido otra yo que cumple mis expectativas, mis deseos, mientras yo no acabo de entender el frenesí de mi vida. Entonces la añoro, la extraño y la envidio, deseando volver a cruzarnos algún día en la misma estación.

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